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Historia     de   la   fotografía

fotografia calotipo
El calotipo fue la primera forma de obtener varias copias de un negativo.

El primer intento fotográfico experimental de éxito fue el heliograbado, descubierto por Joseph Niépce alrededor de 1820. Este químico francés utilizó una cámara oscura donde exponía durante ocho horas una superficie de papel, cristal y metales como el estaño, el cobre y el peltre.

El resultado era una impresión más o menos clara de lo observado. Pero como no se había resuelto el tema del fijado, las imágenes obtenidas así se acababan perdiendo lentamente. En 1825 obtuvo la primera imagen permanente utilizando una mezcla de betún de Judea como mezcla fotosensible.

Estas experiencias fueron heredadas por Louis Daguerre, socio de Niépce, quien en 1837 desarrolló y difundió en el mundo el daguerrotipo. Era un procedimiento similar al de su socio, pero empleaba una superficie de plata pulida como un espejo y revelándola con vapores de mercurio.

Las imágenes así obtenidas eran únicas e irrepetibles, y requerían de mucha luz, por lo que se hacían sólo en exteriores. Los tiempos de exposición seguían siendo largos (unos 10 minutos) por lo que era necesario usar aceleradores químicos.

Las primeras copias fotográficas se lograron en 1840, cuando William Fox Talbot desarrolló el calotipo. Este sistema permitía obtener negativos de papel de la imagen fotográfica. Estos podían ser positivados sobre otra hoja de papel, humedecido en una solución ácida de nitrato de plata. Luego se introdujo la cianotipia, que producía copias del original.

En 1851 Gustave Le Gray introdujo un nuevo mecanismo fotográfico: el colodión húmedo. Consistía en derramar esa sustancia entre dos láminas de vidrio y luego revelar en sulfato de hierro amoniacal. Desde entonces se inicio la masificación de las imágenes fotográficas con este método, que imperó hasta 1885.




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